Hace ya varias semanas que he roto la cadena con @sbastn. Afortunadamente el podcast “Basta ya de picar” ha seguido con interesantes conversaciones y reflexiones. Yo, sin embargo, no he encontrado hasta ahora nada suficientemente interesante que contar. No quiere eso decir que no hayan estado ocurriendo cosas interesantes en mi vida profesional. De algunas ya me gustaría poder contar algo, pero el resto poco tiene que ver con lo que me gusta ir compartiendo en esta bitácora. Ya tengo mi web profesional más o menos arreglada (POR FIN) para anunciar cosas como el taller de historias de usuario que voy a volver a dar, después de casi un año, ahora con la inestimable ayuda de @JuanmaGomeR, o para comentar la publicación del libro “España Lean Startup 2013”, en el que he tenido la suerte de poder colaborar con un capítulo sobre “Desarrollo Ágil de Producto para Emprendedores”. Pero, la verdad, a la hora de escribir en este blog siempre me ha costado distinguir entre mi faceta profesional y la personal.
A veces, mientras trabajo o mientras estoy haciendo cualquier cosa irrelevante, se me cruza alguna idea a la que no soy capaz de dar forma inmediatamente, ni entender por qué me resulta estimulante en ese preciso instante. En ese momento me gustaría poder tomar nota para poder bloguear más tarde, sin embargo, normalmente lo dejo pasar sin más. “Si es importante, ya volverá la idea y me pillará en mejor disposición”, pienso. Y esto ha ocurrido hoy.
Estaba trabajando en el elevator pitch para Reeelab, un proyecto de colaboración con otros profesionales que poco a poco va tomando forma y del que espero poderos hablar muy pronto. Entre las notas que hemos recopilado para trabajar este asunto se encontraban tres palabras en inglés: “Why”, “How” y “What”. Se trata de una idea que @ecomba compartió conmigo hace mucho tiempo y que se me quedó muy dentro del lóbulo occipital. ¿Por qué hacemos lo que hacemos? En particular, ¿por qué hago lo que hago?
Muchas veces he pensado que me resulta muy difícil explicar qué hago porque para mí no es lo más importante. Estoy constantemente explorando, en parte por necesidad y en parte por vocación. Me considero una persona con mucha curiosidad. Quizás no demasiado atenta a los detalles, pero sí atento, de manera inconsciente, a las relaciones entre esos detalles. En ese contexto, no parece buena idea que me dedique a una cosa en concreto y durante mucho tiempo. Me aburro con facilidad en entornos donde no hay nada nuevo que conectar. Mi CV da fe de ello.
Así pues, en mi caso, explicar qué hago es de poca utilidad para aquellos que quieran contratarme. Explicar cómo, quizás pueda ayudar un poco más. Me vienen a la cabeza Agile-Spain, la “Armada Española” en la SC2010, mi primera visita a la UXSP, aquella idea del “openspace de los raros” que de alguna manera llegó a convertirse en Unutopia, la organización del SaveInformaticOS, y ahora Reeelab. Todos esos momentos (y algunos más) tienen en común que se trata de actividades en las que una “idea loca” se transforma en realidad gracias a que pongo en contacto ideas y personas.
Reflexionar sobre el qué, el propósito de lo que hacemos, es el tema del libro “Start with Why” de Simon Sinek. Esta charla suya en un TEDx explica muy bien esta idea de distinguir entre qué, cómo y por qué.
La interesante charla de Sinke hace mucho hincapié en que los emprendedores deben darle un propósito a sus negocios para conseguir inspirar a su público objetivo y superar así la barrera de los “early adopters”. Pero yo creo que tener un propósito y poderlo comunicar es importante también como individuos. Me ayuda a entender que no tengo por qué identificarme con lo que hago y ni siquiera con cómo lo hago. Recuerdo que ése es uno de los mensajes del libro que ya comenté por aquí “La Nevera Vacía”. La capacidad de inspeccionar y adaptar para con uno mismo, también conocida como resiliencia, tiene mucho que ver con ser consciente de cuál es nuestro propósito. Si de repente cambian las condiciones de mi entorno, por ejemplo me despiden, saber que no me levanto cada mañana simplemente para hacer mi trabajo y que me paguen a fin de mes, sino que tengo un porqué para ello, ayuda mucho a cambiar de actividad y encontrar nuevos qué y nuevos cómo para alcanzar ese porqué. Por otro lado, comunicar cuál es mi propósito a los demás les debería permitir entender qué tienen en común conmigo y de qué manera podemos colaborar. ¿Es eso lo que se persigue con el elevator pitch? Creo que sí. Ahora sólo me queda trabajarlo y alinearlo con el de mis compañeros. Ahí es nada.
La foto
Es el resultado de un ejercicio creativo que hicimos durante la Inception de Reeelab. En ella fueron apareciendo todos nuestros objetivos, deseos e incluso miedos respecto al proyecto. Una fuente de inspiración que recoge el propósito común que tenemos los tres miembros del equipo.