Un descanso

Tiempo aproximado: 4 min.

Tras un año echando una mano con la gestión del portfolio de BBVA España, el viernes fue mi último día y comienzo un (espero) breve período de descanso y reflexión. Dejo este artículo programado para que se publique mientras viajo a visitar a mis padres y pasar dos o tres semanas con ellos.

Sé que soy un privilegiado porque puedo permitirme el lujo de dedicar tiempo a otras cosas que no son trabajar. Ya lo he hecho otras veces y siempre me ha venido muy bien.

2004

En 2004 vivíamos en Barcelona y decidimos mudarnos a Madrid. Dejé el trabajo que tenía entonces y comencé la búsqueda de un nuevo empleo, ya en Madrid. Tardé unos meses en encontrar trabajo, pero arranqué entonces mi primera experiencia como jefe de proyecto.

Debo reconocer que no fue mi buena, pero tuve la gran suerte de conocer a Merlyn Albery-Speyer, quien me dio uno de los mejores consejos de mi vida profesional:

Hemos salido más tarde durante dos semanas y ahora nos pides que nos quedemos aún más tarde. Es evidente que mañana no va a estar todo. Deberías haber negociado cambiar la fecha o entregar algo diferente.

Ya sé que ahora resulta evidente mi error. Yo ya había leído todo eso de “nueve embarazadas no hacen un bebé en un mes”. Me sabía la teoría. Me había leído un libro sobre XP, e incluso había trabajado con equipos que hacían algunas de sus prácticas. En mi propio equipo habíamos apostado por TDD e integración continua. Pero si no hubiera decidido cambiar de residencia, jamás habría tenido que enfrentarme a tener que tomar decisiones como jefe de proyecto, ni habría recibido esa lección que aún tanto recuerdo.

2008

En 2008 me despidieron de Degesys, empresa que dejó de existir al poco tiempo, pero de la que guardo un buen recuerdo. Allí conocí a gente de la que aprendí mucho. Xavi Gost me marcó especialmente. Con él mantuve una gran amistad durante mucho tiempo, incluso después de Degesys. De hecho, juntos lanzamos agilismo.es, una de las iniciativas de las que guardo mejor recuerdo y que no descarto resucitar algún día porque hacíamos cosas tan locas (para aquellos años) como ésta o ésta.

Tras el despido, decidí tomarme un tiempo y reflexionar sobre qué quería ser de mayor. Recuerdo que Xavi me dijo:

Tienes que elegir entre “lo que te gusta”, “lo que haces bien” y “lo que puedes aportar/vender mejor”.

El descanso se alargó más de lo esperado. Demasiado quizás. Pero cambió mi vida para siempre porque tuve la enorme suerte de estar en el lugar adecuado, en el momento adecuado y con el tiempo libre adecuado. Que era mucho. Y así nació la lista de correo de Agile-Spain, como sustituta de la que años antes habían creado Jorge Ferrer y otros que luego fui descubriendo (Enrique Comba, Jesús Pérez, Carmen Vidal…). El resto de la historia ya es eso: historia.

2012

Desde 2011 mi vida ha sido una montaña rusa. Me dió por lanzarme al vacío (convertirme en consultor freelance) y sin red: en medio de un divorcio, del mío, y sin que esto del agilismo fuera mainstream ni mucho menos. Se veía venir que eso no podía acabar bien, pero en 2012 me mudé a La Cabrera, lugar al norte de Madrid del que guardo entrañables recuerdos, y mi vida volvió a cambiar para siempre.

Por suerte, mi vida en La Cabrera pasó a ser más lenta. No por casualidad nació allí una aventura muy bonita llamada reeelab.com con la que experimentamos cosas como #haycaracoles, con la que aprendimos una barbaridad sobre equipos multidisciplinares y transformación cultural.

Sin aquel “ir más despacio” (aunque no fuera voluntario) estoy absolutamente convencido de que yo hoy no sería quién soy y que, sin duda alguna, sería peor profesional y persona. Los intermitentes pero continuados fracasos me ayudaron a ser aún más resiliente. Por suerte, en 2015 se cruzó Alberto Martín en mi vida y me invitó a unirme a eDreams ODIGEO, cosa que le agradeceré toda la vida porque me permitió tomar aire.

2017

El año pasado, al dejar eDreams ODIGEO, también decidí tomarme un tiempo de descanso y reflexión. Esta vez mucho más controlado porque, afortunadamente, me encontraba en una posición más alta que antes en la pirámide de Maslow.

Eso sí, fueron apenas dos meses, aunque tiempo suficiente para reconectar conmigo mismo, con qué quiero ser de mayor, es decir, para volver a responder a las preguntas “lo que me gusta”, “lo que hago bien” y “lo que puedo aportar”.

2019

Ahora vuelvo a hacerme las mismas preguntas y siento que he cambiado bastante desde la última vez. Deséame suerte para que pueda encontrar las mejores respuestas.

Eso sí, mientras tanto, estaré encantado de escuchar a cualquiera que tenga un proyecto retante en lo intelectual, con una misión clara y transformadora, y que quiera contar conmigo para andar ese camino. Soy fácil de localizar.


LA FOTO: Tomada en La Cabrera, allá por 2012, y publicada en mi canal de Instagram.