A lo mejor, aburrirse es la revolución

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Esta noche Jordi Évole contraprograma al Barça-Madrid con una entrevista a Ignatius Farray. En una de las promos, el cómico dice “A lo mejor aburrirse es la revolución”, como crítica a nuestra participación en el sistema capitalista en el que vivimos. Recientemente, mi amiga @MaicaTrinidad me regaló el libro “La sociedad del cansancio” de Byung-Chul Han y ambos me han resultado gratamente conectados. Déjame que te cuente por qué.

La sociedad del cansancio

Byung-Chul Han es un filósofo y ensayista surcoreano radicado en Alemania, conocido por sus críticas a la sociedad contemporánea y la cultura del rendimiento. En su obra, analiza los cambios culturales y sociales de la era digital y la sociedad del conocimiento, cuestionando la creencia en el progreso ilimitado y examinando las implicaciones de la tecnología y la cultura del rendimiento en nuestra vida cotidiana, política y psicología humana.

En “La sociedad del cansancio”, Han analiza la sociedad contemporánea y cómo ésta ha sido transformada por el cambio de paradigma desde una sociedad disciplinaria a una sociedad del rendimiento. La sociedad disciplinaria es un concepto de Michel Foucault que describe una sociedad que utiliza técnicas disciplinarias para controlar y normalizar la conducta humana. Ya sabes: la vigilancia constante y la producción de sujetos disciplinados y controlados a través de instituciones como la familia, la escuela, el hospital, el ejército, la prisión, la fábrica… Por otro lado, la sociedad del rendimiento, según el propio Han, describe una forma de sociedad en la que la auto-explotación y la positividad son los valores dominantes. Se caracteriza por la ausencia de límites y la presión constante para producir y ser productivos; un círculo vicioso que, por el camino, genera una cada vez mayor fatiga mental y física. Así, la disciplina y el control se ejercen no desde el exterior sino desde el interior de uno mismo. Y la tecnología digital y las redes sociales han exacerbado el problema de la auto-explotación y el consiguiente agotamiento.

Seguramente se entienda mejor con este diagrama de ciclos causales (en inglés Causal Loop Diagram, o CLD):

Aquí se pueden apreciar tres bucles entrelazados. El primero es el típico bucle de balance de consecución de objetivos. A partir de una presión para conseguir unos objetivos, hacemos un esfuerzo, el cuál da eventualmente unos resultados, lo que lleva a reducir la cantidad de trabajo a hacer, reducción que lleva a una rebaja de la presión por obtener resultados. Es lo mismo que llenar un vaso: a medida que nos acercamos a la cantidad de agua deseada, dejamos de echar agua.

Sin embargo, Byung-Chul Han nos advierte de dos bucles de refuerzo muy peligrosos, que superan con creces el efecto limitador de este bucle de balance.

Auto-explotación

A medida que nos creamos presión por obtener resultados, nos esforzamos más. Sin embargo, aunque en teoría deberíamos bajar nuestra presión a medida que conseguimos resultados, lo que sucede realmente es que no atendemos para nada y compensamos la disminución de la presión por ese efecto “autoexplotador”. Y como puedes comprobar en el diagrama, se trata de un bucle de refuerzo, es decir, lo que normalmente llamamos un círculo vicioso: cuanto más resultados conseguimos, más presión nos metemos a nosotros mismos por conseguir más resultados aún.

Burn-out

Para el otro bucle, no me ha terminado de convencer el “síndrome de desgaste profesional” que me sugiere Wikipedia. Pero bueno, es lo que seguro que conoces por el término coloquial “quemarse en el trabajo” y que tan bien recoge el término en inglés “burn-out”.

Este caso es también un círculo vicioso muy conocido. A medida que nos esforzamos, también va a más nuestro cansancio (o desmotivación), lo que eventualmente nos lleva a conseguir menos resultados. Los malos resultados provocan que, lejos de tener menos trabajo pendiente, tengamos más, con lo que la presión con conseguir resultados vaya en aumento. Y así, vuelta a empezar. El conocido mito de Sísifo o la rueda de hamster con la que solemos describir estas situaciones.

Lo de Ignatius

El video promocional de la entrevista a Ignatius es éste:

Me permito poner aquí la transcripción:

El sistema ha llegado incluso a un punto en el que ya deseamos lo que el sistema quiere que deseemos. Cada vez que pasamos por delante de un escaparate y vemos algo que deseamos, algún producto que hay en el mercado que deseamos, eso hay que vivirlo como una derrota y como una humillación, porque el sistema nos ha visto venir. El sistema nos ha visto venir y nos estaba esperando con la escopeta cargada.

No te digo no consumir. No te digo no consumir. Pero consumir cosas que sólo se nos hayan ocurrido a nosotros. Aunque sea sólo por dignidad. “Dios mío, voy a trolear el sistema, voy a tomarme mi tiempo, voy a consumir cosas que el sistema no tenga en el escaparate”.

En ese sentido, el entretenimiento está a las órdenes del sistema. El entretenimiento te aturde. El entretenimiento te deja maniatado. Porque estás tan hipnotizado entreteniéndote que te da demasiado tiempo a reflexionar. A lo mejor, aburrirse es la revolución. A lo mejor aburrirse es lo que no quieren que hagamos. Y cuando yo desee algo que vaya a comprar, ver que eso no está en el escaparate porque el sistema ha sido incapaz de, ni siquiera, imaginarlo. Y ahí les hemos vencido. Y entonces mirarle a los ojos y decirle: “Es el mercado, amigo”.

El Aburrimiento Profundo

Uno de los capítulos del libro de Byung-Chul Han se titula “El Aburrimiento Profundo”. En él, el autor explica cómo nuestra sociedad actual es una suerte de regresión. El ser humano posmoderno abusa del multitasking e, igual que un animal salvaje, está obligado a distribuir su atención en diversas actividades, por lo que no se halla capacitado para una inmersión contemplativa. Los logros culturales de la humanidad, sin embargo, se deben a una atención profunda que, lamentablemente, está siendo desplazada por una hiperatención dispersa, acelerada y superficial. Dada, además, nuestra escasa tolerancia al hastío, tampoco admitimos aquel aburrimiento profundo que sería de cierta importancia para un proceso creativo.

Me encanta este párrafo donde Han pone en valor este aburrimiento profundo:

Quien se aburra al caminar y no tolere el hastío deambulará inquieto y agitado, o andará detrás de una u otra actividad. Pero, en cambio, quien posea una mayor tolerancia para el aburrimiento reconocerá, después de un rato, que quizá andar, como tal, lo aburre. De este modo, se animará a inventar un movimiento completamente nuevo. Correr no consituye ningún modo nuevo de andar, sino un caminar de manera acelerada. La danza o el andar como si se estuviera flotando, en cambio, consisten en un movimiento del todo diferente. Únicamente el ser humano es capaz de bailar. A lo mejor, puede que al andar lo invada un profundo aburrimiento, de modo que, a través de este ataque de hastío, haya pasado del paso acelerado al paso de baile. En comparación con el andar lineal y rectilíneo, la danza, con sus movimientos llenos de arabescos, es un lujo que se sustrae totalmente del principio de rendimiento.

En resumen, nos alerta de este fenómeno por el que vivimos en una sociedad donde la fatiga es la norma, y nos insiste en que debemos repensar nuestras actitudes hacia el trabajo y la productividad para evitar el agotamiento y la alienación.

Me dirás que esto no es algo nuevo, que el movimiento slow del que habla Carl Honoré en su libro “Elogio de la Lentitud” ya promueve calmar las actividades humanas. Pero es que Ignatius nos ofrece una solución muy práctica y muy inteligente: practicar el aburrimiento. No consumir lo que nos ponen por delante, dejarlo pasar… Y digo que es muy inteligente porque ataca a una variable clave en todos los bucles de nuestro diagrama. Controlando la (auto)presión rompemos los dos bucles de refuerzo y otorgamos el control al bucle de balance. Nadie dice que sea fácil, pero es lo más revolucionario que podemos hacer: aburrirnos.


LA FOTO: Un fotograma del programa que se emitirá esta noche en @LoDeEvole.

Para los diagramas de bucles causales he usado Kumu. Por cierto, si te interesan estos diagramas y la dinámica de sistemas en general, me gustaría conocerte. Déjame un mensaje por alguno de los canales.