Llevo un par de semanas leyendo un librito que me regaló uno de sus autores (Diana Clarke), a la cuál conozco de mi época en Degesys, donde recibí un par de cursos de autoayuda, perdón, de gestión del tiempo y de liderazgo. 🙂 En serio, unos talleres estupendos, donde practicamos mucho y donde aprendí a conocerme a mí mismo un poco más. Diana es una verdadera experta en conseguir eso de las personas. Bueno, al grano, el libro se titula “La Nevera Vacía” y debe su título a un comentario de una alumna de Carlos Hernández (el otro autor):
La crisis es como una nevera casi vacía, y el líder es el cocinero, o la madre de familia, que es capaz de realizar la mejor de las recetas sin apenas ingredientes.
Lógicamente, aparte de por la relación personal, me interesa mucho este tema y me lo traje como lectura veraniega y, aunque
este tipo de lectura es muy parecida a los propósitos de Año Nuevo, sí que he conseguido acabarlo. ¡Hurra por mí! 🙂
Para los fans de Pilar Jericó: el prólogo es de ella. No es tan bueno como el mío en el libro de Carlos Blé, pero se deja leer. 😀
Diana y Carlos explican el estado de crisis actual, desde un punto de vista muy centrado en el papel de los departamentos de Recursos Humanos, pero también aplicable a cualquiera de nosotros, porque todos somos parte, de una manera o de otra de una organización en crisis (la sociedad misma). Así, nos hablan de la crisis económica, con efectos evidentes; una crisis de sobra estudiada y que muchos siguen tratando de paliar. Pero también nos hablan de la crisis de valores, causa raíz de la propia crisis económica. Esta crisis de valores nos ha llevado hasta una crisis de confianza, “donde nadie confía en nadie”. Y por último nos hablan de una crisis de identidad, especialmente grave en aquellas personas orientadas al logro y que necesitan un nivel de reconocimiento legítimo (y la mayoría lo somos porque nos han educado así) porque “quieran o no, vinculan aún más su identidad a la profesión que eligen”.
Crisis de Valores
Todo el capítulo sobre la Crisis de Valores me ha gustado mucho porque me ha reforzado en varias creencias muy íntimas y que me guían desde hace mucho tiempo, probablemente desde que vi la película “Momo” (versión animación, lo siento, no he leído el libro), y más recientemente, cuando leí un librito muy recomendable de Galbraith titulado “La economía del fraude inocente”. En particular, me sentí muy alineado con los autores cuando leí esta frase en “La Nevera Vacía”:
El desarrollo, tanto en sus raíces como en su direccionalidad y resultados, ha negado y vulnerado la ética. La ética ha estado ausente del desarrollo.
Nota para los despistados: cuando dicen desarrollo se refieren al desarrollo económico, no al desarrollo de software, je, je, pero (y esto lo añado yo) como en la gran mayoría de las actividades económicas, perfectamente podría aplicarse a este caso porque muchas disfunciones que todos los días comentamos en foros, conferencias, listas de correo y demás pasillos tienen que ver con la aplicación de esos “principios de enriquecimiento a toda costa”. Me encanta la frase:
La dirección sin valores es pura mediocridad.
Me parece estar oyendo a Xavi Gost. 🙂
Hay otras referencias a la ética, como la que hacen a la “crisis de decencia” de Leopoldo Abadía o la crítica de un decano de escuelas de negocio muy importante que dice:
Las escuelas [de negocio] se han olvidado en gran parte de las cuestiones éticas dentro de los MBA y apenas les conceden importancia.
Yo ampliaría la crítica (constructiva) a muchos más ámbitos.
Crisis de Confianza
Aunque en mi opinión, la crisis de confianza viene dada no sólo por una crisis de valores sino que también contribuye a ella una crisis de aptitudes (cierto, que también viene dada por una falta de valores). Me refiero a que muchos cambian un “enriquecimiento a toda costa” por un “crecimiento sostenible” y entonces dejan de lado la capacitación en habilidades que les permiten, entre otras cosas, no perder la confianza en sí mismos, ser capaces de criticar a los que toman decisiones por ellos y, en general, no ceder responsabilidades en exceso.
Creo que estaremos todos de acuerdo en que es muy importante, individual y colectivamente, recuperar la confianza, tal y como la describen Diana y Carlos:
La creencia en que una persona o grupo será capaz de responder de forma positiva -y en línea con nuestras expectativas- en una determinada situación. (…) Es una especie de apuesta, un sentimiento fruto de percepciones.
Por ello, cuando se pierde la confianza, ello produce agotamiento emocional.
Y una de las pistas que aportan para esta recuperación es:
A todos nos gusta en mayor o menor grado: prevalecer, ganar, tener la última palabra, demostrar que somos listos y/o guapos y/o simpáticos, lograr que nos admiren, respeten y quieran. Lo que nos compensará por renunciar a esta necesidad de reconocimiento será la confianza de que pertenecer al grupo trae consigo ventajas.
Crisis de Identidad
Cerrando esta primera parte del libro, Diana y Carlos se centran en otra crisis de la que casi nadie habla: la crisis de identidad.
Las personas orientadas al logro, y que necesitan un nivel de reconocimiento legítimo, quieran o no, vinculan aún más su identidad a la profesión que eligen.
¿Qué pasa si te quedas sin trabajo? ¿Qué pasa si el tipo de trabajo que venías haciendo desaparece? ¿Desapareces tú también con él? Claro que no. Pero muchos no se dan cuenta de que, llegados a ese punto, no les queda más remedio que hacer algo diferente a lo que habían estado haciendo hasta entonces. Yo creo que, en muchos casos, la incapacidad para ver esto tiene que ver con una falta de confianza en uno mismo y, también, por una falta de capacitación que les impide reinventarse o incluso, siquiera adaptarse a los cambios.
Recetas
Si el libro se quedara ahí, francamente, lo habría tirado a la basura. (De buen rollo) 🙂 En serio, no me gusta nada que me digan lo mal que está todo, aunque sea de un modo tan certero. Es algo que me pone de mal rollo. 🙂
En la nevera falta confianza, valores, ilusión, pero aun así es posible cocinar un buen plato, y ésa es precisamente la función del líder. Hay pocos ingredientes, pero bien mezclados crearemos magníficos platos.
O como decía la abuela de un viejo amigo: Si todo lo que le echas a la comida está bueno, entonces seguro que está muy rico.. 🙂
La Crisis como Oportunidad
Toda crisis genera oportunidades y supone, estimula y proporciona cambio. Pero para aprovechar esas oportunidades hay dos alternativas: ser capaces de reconocerlas y aprovecharlas o, más difícil aún, crearlas y aprovecharlas. En ambos casos, el factor común es ser capaces (estar-dispuestos-a) aprovechar las oportunidades.
No voy a destripar este capítulo porque me parece muy interesante, pero sí resaltaré lo que más me ha gustado de este libro CON DIFERENCIA:
Ser generoso genera más oportunidades de las que nos podemos imaginar. Sí, sí, hablamos de dar y no de pedir. Las personas que constantemente son generosas y ofrecen su ayuda a los demás incrementan notablemente su red de contactos, y ésta les devuelve dicha generosidad en forma de oportunidades.
Más claro, el agua. Pero además es que soy un firme creyente en algo que me enseñó Roberto Canales (al que, de paso, dedico este resumen del libro, si es que este tipo de cosas se pueden dedicar) y es que si das, con el paso del tiempo recibes mucho más de lo que has dado.
La Crisis como Cambio
Me ha gustado mucho cómo han tratado esta parte porque me he dado cuenta de lo mucho que tenemos en común. Yo hablo mucho de autoexigencia y ellos, por ejemplo, hablan de “disconformidad permanente” y que, además, es una actitud que hay que cultivar.
Es evidente que los cambios que provoca una crisis nos obligan a salir de nuestra zona de confort, lo que implica asumir riesgos, entre ellos asumir que nos podemos equivocar. Pero lejos de ser algo malo, deberíamos aceptar las equivocaciones como oportunidades para aprender y, por tanto, ponernos por delante de nuestra competencia. Esta combinación de humildad (para aceptar que somos falibles) y de arrogancia (para aventurarnos como si fueramos inmortales) es muy poderosa y creo firmemente en ella.
También proponen la necesidad de tener una visión y un plan específico, con el objetivo de aprovechar los cambios. Hay, sin embargo, una duda aquí que me surge: ¿no es algo contradictorio el tener una visión más un plan específico con darnos la oportunidad de explorar? No sé, yo soy más de los seguidores de la idea del Homo Ludens, y en este sentido me viene muy bien el post de hoy de David Bonilla: L’equip petit.
Motivación
El resto del libro ya se me vuelve un poco denso 🙁 , quizás porque cuando leo palabras como motivación siempre me sale un “pues te vienes motivado de casa, chaval”. Pero claro, es que soy poco empático. Sé que ambos son defectos que debo trabajar y lo explican muy bien en el libro, pero bufff…
Comunicación
Sin embargo, hay una sección dedicada a la comunicación que me ha gustado mucho, quizás porque ahora que tengo que cuidar mucho mi marca personal, me fijo mucho más en eso y en cómo es posible que la gente pierda la confianza en tí con mucha facilidad simplemente porque has comunicado mal. Seguro que todos tenéis en mente muchos ejemplos, y muy probablemente alguno tenga que ver conmigo. 🙂
Me gusta cómo explican que la comunicación debe ser veraz y puntual (cubriendo esos aspectos éticos tan olvidados), debe transmitir calma y esperanza (¿tú seguirías a alguien completamente histérico?). Llegados a este punto me di cuenta de que encajaba bastante bien con lo que los autores denominan los cuatro pilares de la confianza:
- Competencia (o Resultados)
- Visión positiva (o Calma)
- Integridad (o Ética)
- Interés por los demás (o Empatía)
Sólo habría que complementar esta comunicación con aspectos centrados en la empatía y los resultados y tendríamos una estrategia de comunicación bastante potente.
Hay algunas partes densas del libro que, aun así, hay que leerlas con detenimiento porque hay algunas partes donde he visto muchos puntos en común con libros que me son muy cercanos como “Apprenticeship Patterns” o con detalles como:
A menudo, la máquina de café es el lugar ideal para comprender lo que se cuece en nuestra organización.
Creatividad
No sólo he aprendido detalles de cómo pensamos los seres humanos, sino que he entendido por qué hay que salirse de los cauces establecidos para innovar. Para innovar de verdad.
La clave está en atreverse y no censurarse.
Si esto es así (que lo es), yo también me pregunto por qué en las empresas se habla constantemente de la innovación pero no se entrena a las personas para romper esquemas. Esto (y es un aviso para navegantes) lo vamos a cambiar muy pronto. De hecho, ya lo estamos cambiando, ¿verdad? ¿O acaso iniciativas como el desksurfing no lo demuestran?
Hay muchos consejos más para facilitar la innovación que no voy a enumerar aquí para que os compréis el libro o para que contratéis a Carlos o Diana para que os ayuden. 😉
Talento
Claro, tenía que ocurrir. Un libro de RRHH y que no hablen de talento… 😛 ¡Qué rabia que no hubieran estado en el AOS 2011 en aquella sesión sobre el talento! Seguro que Arturo Herrero, por ejemplo, les habría enseñado alguna cosilla después de su larga lista de experiencias buscando su empresa ideal. Aunque también es seguro que habríamos estado de acuerdo en muchísimas cosas.
Hay muchos detalles en este capítulo que me reafirman en la necesidad de organizar algún tipo de evento donde asistan profesionales de los RRHH a los que podamos inocular el virus del agilismo, la artesanía, el aprendizaje, la creatividad… y nos ayuden a romper las reglas. 🙂
Conclusiones
Voy a copipegar parte del último párrafo del libro, que a su vez es transcripción de las palabras de un ejecutivo asistente a alguno de sus cursos:
Seamos:
- Serios, pero no tristes. (…)
- ¡Sabios y audaces! (…)
Me parece estar, una vez más, escuchando a Xavi Gost. No puede ser casualidad. 🙂
P.S.
¿A vosotros también os choca decir “Diana y Carlos“?