Un buen tipo

Palabras clave:
Tiempo aproximado: 2 min.

Este fin de semana, tras una larga enfermedad, ha fallecido mi padre. Un buen tipo. Y un buen padre. No soy amigo del porno emocional que llena las redes sociales con intimidades de todo tipo, pero siento que le debo a mi padre unas palabras que nunca le dije.

No se me da bien compartir mis sentimientos. La gente que me conoce bien sabe que soy bastante hermético en ese aspecto. Dedico poco tiempo de mi vida a evaluar qué siento o, peor aún, qué sienten los que me rodean. Y si lo hago, termino guardándolo para mí. En parte es algo aprendido, en parte es miedo a enfrentarme a algo que se me hace muy cuesta arriba. Mi padre también era un tipo introvertido, muy callado, capaz de llevarse horas en silencio haciendo como que veía la tele o que escuchaba a los demás. A mi madre, mucho más extrovertida, ese silencio la sacaba de quicio, pero también terminó por aceptar que formaba parte de él.

Supongo que esa dificultad innata para relacionarme me ha hecho poner en práctica diversas estrategias de adaptación, estoy convencido de que aprendidas también de mi padre que, con apenas 40 años se encontró jubilado por una enfermedad que no viene al caso comentar pero que le impedía desarrollar su trabajo. Yo prácticamente toda la vida he visto a mi madre liderar la unidad familiar y a mi padre colaborar en tareas menores. Él podría haberse enfadado con lo injusto que estaba siendo con él la vida (o cualquier otra excusa), pero decidió adaptarse a su nueva situación y dar lo mejor de sí mismo desde el primer momento. Nunca se quejó. Simplemente se hizo a un lado y arrimó el hombro.

Hasta hoy nunca había reflexionado sobre qué he aprendido de mi padre y nunca se lo había agradecido.

Te pido perdón por ello, papá , y te lo digo ahora, demasiado tarde, porque ya no me puedes oír, aunque yo te hable, desde el silencio de estas lineas; pero siento que debo hacerlo. Te lo merecías y nunca te lo dije. Eras un buen tipo, un buen padre, y me sentía orgulloso de ti, aunque nunca supe decírtelo, y mira que era fácil. No me atreví. No fui tan valiente como tú. Espero, a partir de ahora, estar a tu altura.

PS. Gracias a todas las personas que nos habéis dedicado aunque fuera un instante para pensar en nosotros y mostrarnos apoyo por tierra, mar y Twitter (y WhatsApp y teléfono y cualquier otro medio). Tanto yo como mi hermano y mi madre, que han sido y siguen siendo unos enormes héroes durante la enfermedad de mi padre, nos sentimos profundamente agradecidos.