Las vacaciones te permiten, y a veces hasta obligan, a ver el mundo que te rodea desde otra perspectiva. Cambias horarios y rutinas, hasta el punto de que todos los días llegan a ser miércoles. Cambias a los compañeros de trabajo por familiares y amigos. Incluso te relacionas con ellos desde por la mañana hasta por la noche. En ocasiones con desastrosos efectos sobre la convivencia. También, si te lo puedes permitir, cambias de residencia por algunas semanas. Te levantas con el canto del gallo en un pueblito o con el canto de los últimos juerguistas de un destino más turístico. Y comes de tapitas en vez del habitual menú urbano. En general, estos cambios los llevas bien. Algunos los has elegido, otros no, pero bueno… sólo estás de vacaciones. Es una situación temporal.
Algunos turistas no siempre somos capaces de asumir esa situación de interinidad y tratamos de imponer nuestra cultura “civilizada”. Nos quejamos por el ruido, por las largas esperas, por los defectos en los servicios… “Porque así es como se mejora”, decimos. Claro, los nativos de la zona nos perciben como agresores. Amenazamos sus costumbres, su statu quo, sus creencias… su cultura, en definitiva. No somos parte de ellos y, por tanto, no estamos legitimados para pedirles que cambien. Actuamos como Colón desembarcando en “las Indias”.
Pero, ¿qué pasaría si tuvieras que estar de vacaciones en ese destino durante varios meses o incluso años? ¿Empezarías a retomar tus viejos hábitos? ¿Te replantearías si merece la pena cambiar algunos de los que has asumido temporalmente? ¿Te comportarías como ese turista invasor pidiendo que fueran los demás los que cambiaran sus costumbres?
¿Has pensado en ello? ¿Ya? ¿Sí? Bien. Si, como yo, te dedicas a ayudar a producir cambios significativos en organizaciones, o si simplemente sientes que necesitas que algo cambie en tu empresa, creo que estas reflexiones nos vendrán bien. A mí me sirven para mejorar mi empatía con aquellos a los que debo acompañar en el cambio y para evitar frustrarme cuando no lo consigo tan rápido como a mí me gustaría.
Espero que te sirva tanto como a mí y me encantaría que compartieras conmigo tus reflexiones.