En 2002 tuve la increible suerte de poder trabajar un par de meses en Melbourne (Australia). Este anuncio de David Bonilla para ir a trabajar a Sydney hizo que mi corazón diera un vuelco. Maldita sea, ya me he apuntado al Geek Bus y ya estoy preparando el CV. Porque a veces un geekbus sólo pasa una vez en la vida…
Y aprovecho para recuperar una serie de tres artículos (¿trilogía?) que escribí en aquella época para la revista que publicaban en la empresa para la que trabajaba entonces: SGO (ahora Thales Information Systems). Me voy a ir permitiendo el lujo de actualizar los artículos con algunos enlaces. Respetaré el contenido íntegro.
Melbourne: The place to be
Como ya algunos sabéis, Salvador Campo y un servidor estamos trabajando en Melbourne (Australia) desde hace unas semanas. Concretamente estamos participando en el desarrollo que IBM Global Services está haciendo del nuevo sistema informático para las oficinas (Telling System) del “Australia and New Zealand Bank” (ANZ).
Para mi, venir a Melbourne está siendo una de las más excitantes experiencias de mi vida. Desde el punto de vista profesional está siendo interesante puesto que es el proyecto con mayor número de personas involucradas y de mayor presupuesto en el que he estado implicado jamás. Se están aplicando técnicas de desarrollo y gestión de proyectos bastante interesantes, como algunos conceptos de extreme programming como el desarrollo por iteraciones, el desarrollo de espigas (spikes) o el trabajo por parejas. También se están cometiendo errores, claro: nadie es perfecto. Por ejemplo, en mi opinión, hay un grupo demasiado numeroso de analistas y poco conectado con la gente técnica (los diseñadores o los desarrolladores). Así, las interfaces de usuario no están resultando adecuadas para el perfil de usuario poco cualificado que tiene el banco en sus oficinas. Algo muy curioso es que la gran mayoría de los empleados de ANZ en sus oficinas lo son a tiempo parcial: fundamentalmente amas de casa en busca de un pequeño sobresueldo. Esto tiene implicaciones muy importantes en la cultura subyacente de ANZ.
Pero sobre todo, desde el punto de vista personal, esta oportunidad está siendo una experiencia muy interesante. Incluso teniendo en cuenta que he tenido que dejar a mi familia y a mi recién estrenado matrimonio al otro lado del mundo. Pero, ¿cuándo podría yo viajar hasta Australia en clase business y sin costarme un duro si no fuera entregando algo a cambio? Desgraciadamente, IBM solo ha contratado ocho semanas. Si hubieran sido algunas más, podría haber venido también mi mujer a pasar una semana de vacaciones. Es lo que en IBM se conoce como flight back y que es algo parecido a nuestros breaks en Arabia. Hubiera sido todo un regalo de bodas, pero bueno, no siempre se puede tener todo…
Me tendré que conformar con que la primavera está llegando a Melbourne. Salva estuvo hace dos semanas en Sydney impartiendo un curso de Composer y ya entonces iba la gente en camiseta por la calle. Envidiable, ¿verdad? Aquí, en Melbourne, el tiempo es bastante cambiante. Los que conozcáis el clima del sur de Inglaterra lo encontraríais bastante similar. Lo normal es que salga de casa pensando en que va a hacer un día caluroso y llegue a casa muerto de frío o viceversa. En cualquier caso, he oído en televisión que este año se ha reducido muchísimo el agujero de ozono. Algunos expertos dicen que es un efecto temporal y que el agujero volverá a aumentar el año que viene, pero otros dicen que la reducción es gracias al menor uso de aerosoles. Otro efecto climático curioso es “El Niño” (y “La Niña”), que según algunos locales, realmente está ocasionando gran influencia en el clima de los últimos dos años.
Melbourne, la capital del estado de Victoria, es una ciudad de unos 3 millones y medio de habitantes. Australia tiene unos veintitantos millones de habitantes, lo que nos da una idea de la importancia que tiene esta ciudad desde el punto de vista geopolítico. Junto a Sydney, es el centro económico y social de Australia, más incluso que la capital formal Canberra. En cualquier caso, prácticamente toda la población australiana vive a menos de 100 km de la costa, y es que el outback (el desierto) es una región absolutamente inhóspita en la que prácticamente no hay ningún asentamiento humano y mucho menos ciudad alguna.
Melbourne tiene un estilo entre inglés y americano que se puede ver contrastado especialmente en la City, el centro financiero. Hay edificios con una inspiración victoriana evidente que conviven con los más agresivos rascacielos. Sin embargo, no podemos obviar la influencia asiática y la de los inmigrantes. Dicen que Melbourne es la segunda ciudad más poblada de griegos en el mundo (detrás de Atenas). Y la historia fundacional de Melbourne (de Australia en general) por supuesto está íntimamente relacionada con los aborígenes, población marginal al menos en las ciudades, pero de gran influencia cultural.
El estado de Victoria es rico en recursos naturales. En sus ricas tierras se cultivan unos reconocidos viñedos, así como otras muchas frutas y verduras que diariamente llenan los mercados de Melbourne. Esta riqueza evidentemente se traduce en la mesa con una variedad que jamás he visto en ningún otro sitio. En una misma calle, por ejemplo, Brunswick St es posible encontrar en menos de 100 metros hasta diez cocinas diferentes: Tailandesa, Española, Vietnamita, Turca, Griega, Italiana, China, Japonesa, Afgana y un Burger King.
Melbourne está formada por varios barrios: la City, Carlton, Fitzroy, Collingwood, Toorak, St Kilda… Cada uno tiene un toque especial que lo distingue de los demás. Nosotros estamos viviendo en St Kilda, concretamente en una esquina con Acland St. Esta esquina está llena de vida. Hay decenas de bares, restaurantes, cafeterías, pastelerías, peluquerías (que abren hasta muy tarde y que se anuncian con esculturas como la que veis en la foto de al lado)… Yo, que no soy de Barcelona y que la conozco desde hace bien poco, sin embargo, encuentro que Melbourne es bastante parecida a Barcelona. Ambas tienen una latitud similar y son ciudades costeras. Pero aparte de cierta similitud climática, noto que el carácter de la gente y la multitud de culturas que aquí confluyen y conviven son también características comunes.
Esto quizás resulta más evidente en St Kilda, donde hay un cierto toque de gusto por la buena vida. En general, Acland St es una calle siempre con gente. Por las mañanas siempre hay gente desayunando en los bares, por la tarde siempre hay gente comprando en las tiendas, por la noche siempre hay gente cenando en los restaurantes y de madrugada siempre hay gente tomando copas y escuchando música. Pero los fines de semana todo esto se multiplica, y si hace buen tiempo no os quiero ni contar… Por ejemplo, los sábados y domingos por la tarde te puedes encontrar con un grupo tocando en la puerta del Vibe (uno de mis locales favoritos). Pero si andas veinte metros, te encontrarás a otro grupo tocando en el Zimmer. Y a medida que el sol se va poniendo, hay más y más grupos tocando por doquier. Y la entrada es gratis. Ni tan siquiera tienes a nadie pidiéndote de te tomes algo. Pero claro, al final te lo tomas. De hecho, nos estamos dejando el sueldo en cenas, cervezas y vino. El vino de Australia (aunque caro) es excelente. También he probado alguno de Nueva Zelanda realmente recomendable.
Una de las fotos que hay que hacerse en Melbourne es en la puerta del Luna Park. Un parque de atracciones bastante antiguo, pero con una puerta realmente bonita. En la foto aparecemos Salva y yo. Tengo otra con el sombrero típico australiano que me he comprado en el mercadillo que se organiza todos los domingos en la Explanada de la Bahía en St Kilda: el Esplanade Market. Por supuesto, también me he comprado un boomerang. Desgraciadamente no tengo aún ninguna foto de un koala ni de un canguro, aunque sí he comido filete de canguro asado. Solo un consejo: hay que pedir la carne cruda. A la que se pide la carne un poco hecha, los filetes se quedan demasiado secos y no hay quien se los coma.
Como curiosidad: nos encontramos paseando por South Richmond (en los límites de la City) con las oficinas de THALES. Y claro está, nos hicimos una foto. Bueno, Salva me hizo la foto. Desgraciadamente, ni el paisaje ni el modelo dan para más comentarios…
La semana pasada fue la final de la liga de fútbol australiano: ese que se juega con una pelota ovalada como en el rugby, en el que se dan unos empujones brutales y unos saltan por encima de otros (y no pitan falta)… Pues se inventó aquí en Melbourne y todos los años se celebra aquí la final. Este año jugaban Collingwood (uno de los barrios obreros de Melbourne) y Brisbane. Perdieron los locales y los aficionados ahogaron las penas en cerveza. Pero sin incidentes. Todo un ejemplo para otros deportes más civilizados. Y no os vayáis a creer que este deporte es minoritario, ni mucho menos. Es uno de los deportes que más dinero mueve en publicidad en Australia. Prueba de ello era que todas las televisiones y la prensa trataba el tema como la final de la Champions League (cuando juega el Real Madrid, claro).
Melbourne es bastante conocida por su extensa y antigua red de tranvías. Si alguna vez tenéis la oportunidad de venir, montad en la Circle Line, la línea gratuita que rodea la City con explicaciones para los turistas. Eso sí, en el resto de tranvías, no hagáis como muchos locales que no validan los viajes hasta que llega el revisor. Nosotros compramos abonos mensuales porque lo usamos todos los días para ir desde St Kilda a la City, donde están las oficinas donde ANZ tiene a todo el personal del proyecto del Telling System. El abono mensual cuesta 83 dólares australianos (unos 45 €), es decir, una pasta. Y encima es más lento que el metro. Eso sí, es mucho más agradable ir en tranvía que en metro o en autobús.
Pero no todos los tranvías son tan antiguos como el que veis en la foto anterior. Melbourne es una ciudad tan moderna como cualquier otra (aunque para algunas cosas tenga su toque casposo) y hay tranvías con líneas más futuristas como este otro.
La vida nocturna en Melbourne es muy interesante y no se limita a discotecas. La música es un factor clave: calles como Smith o Brunswick (en Fitzroy) o Acland (en St Kilda) están repletas de garitos donde casi todos los días hay alguna banda tocando músicas de lo más diversas. Desde jazz hasta el rock más duro, todo tiene cabida en Melbourne. A mi, particularmente, el lugar que más me ha gustado de todos es el Esplanade Hotel (más conocido como el Espy). De jueves a domingo hay actuaciones de grupos normalmente bastante buenos, algunos incluso se escuchan en la radio. Y la cerveza es barata…
En definitiva, tal y como reza el eslogan de las últimas matriculas del departamento de Victoria: THE PLACE TO BE. Este fin de semana tenemos prevista la primera escapada: queremos alquilar un coche para conducir por la izquierda, hacer noche en un hotel para backpackers (o mochileros) y visitar los Doce Apóstoles y algún que otro parque nacional. Seguiremos informando…