Amistad

Palabras clave:
Tiempo aproximado: 3 min.

Este artículo no es sólo respuesta obligada al reto de @sbastn, que queda oficialmente obligado a corresponder con un retorno de su podcast bastayadepicar.

También había otras razones por las que publicar hoy en este blog. Pero las seguiré procrastinando un poco más. Creo que la ocasión lo merece.

En realidad, este artículo es un tributo a la bonilista de hoy en la que David, fiel a su compromiso con la transparencia, explica cómo ha conseguido una financiación de más de 300.000 euros que ayudarán a que Otogami de el siguiente gran salto.

Algunos se quedarán seguramente en la cantidad de dinero conseguida, como si tantos miles de euros se fueran a transformar directamente en champán, Ferraris o demás glamour al estilo Silicon Valley, o en la envidia que producen esos que se dedican a lo que les gusta o en cómo han conseguido encontrar resquicios en el circo estartapil patrio, pero yo me quedaré con algo que valoro muchísimo: la amistad.

Creo que David rezuma amistad. Es un tipo afable. Desde que lo conocí, hace ya algunos años, siempre me ha parecido un tipo que se preocupa por ayudar a los que tiene alrededor. Pero leyendo su artículo de hoy, sobre todo he podido ver que él pone la amistad que tiene con Jero MUY POR ENCIMA de otras cosas. Y no es que se trate de un compromiso, firmado ante un notario, ni mucho menos. David es amigo de Jero, confía en él, aunque a veces discrepe y viceversa. David valora esa confianza mutua por encima de un posible éxito individual.

Estoy muy convencido de que los mejores equipos de trabajo fundamentan su éxito no tanto en la capacidad individual de sus miembros sino en su voluntad para pasárselo bien juntos y, sobre todo, para tomar decisiones difíciles manteniendo su amistad por encima de otros aspectos más materiales o incluso racionales. La amistad, al menos para mí, es una de esas emociones que no consigo racionalizar. Incluso David lo dice en el artículo de hoy:

A primera vista, puede parecer que no tenemos nada en común -Jerónimo es reservado y reflexivo y, al contrario, yo soy abierto e impulsivo- pero compartimos muchas cosas. Entre otras, un profundo amor por nuestra profesión y cómo queremos ejercerla.

¿Cómo se calcula eso del «profundo amor por nuestra profesión»? ¿Podemos seguir siendo amigos si tu índice de amor por nuestra profesión baja de 0.8 a 0.75? ¿Cómo nos ponemos de acuerdo las personas para llegar a la conclusión de que valoramos más nuestra amistad que otras cosas? Quizás pueda parecer una pregunta demasiado inocente para alguien con mi edad, pero os aseguro que lo que más envidia me producen David y Jerónimo (y Candela e Irene, por extensión) es que ellos tienen algo de lo que pocos humanos pueden presumir: una amistad inquebrantable. Su trabajo les ha costado y eso es lo que la hace tan valiosa. Como tantas otras cosas valiosas, la amistad de David y Jerónimo es irrepetible. Si quieres una amistad como la suya no puedes comprarla en Amazon ni encargarla «a medida». Cada cuál tiene que trabajarse esa amistad a lo largo de los años y con la constancia que David y Jerónimo demuestran día a día.

Enhorabuena a David y a Jerónimo, no sólo por el dinero, no sólo por poder dedicaros a hacer que Funius sea lo que vosotros queréis que sea, sino sobre todo por mostrarnos a los demás que la amistad es uno de los valores más importantes que podemos desarrollar los seres humanos para ser felices. Un fuerte abrazo.