Fracasar

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En los últimos días he leído estos artículos de Dani y Guillermo donde hablan de sus fracasos. Sin miedo al qué dirán. Con transparencia. ¡Claro que sí! Y me he mirado a mí y me he preguntado por qué no hablo yo de mis fracasos. Tengo un buen libro que escribir sobre mis fracasos. Sobre todo porque sí que son fracasos: porque no he aprendido nada de ellos. Fracasar, según la RAE, lleva consigo un matiz de frustración, de no continuar, de algo sin valor. El fracaso no es algo de lo que sentirse orgulloso y por eso lo ocultamos. Prefiero hablar de fallar. Dani y Guillermo simplemente han fallado en algunas de las cosas que han intentado. No es tan grave. Han aprendido y están corrigiendo. Le han dado valor al fallo y por eso lo pueden expresar con alegría y compartirlo con los demás, con generosidad, para que otros, quizás, podamos evitar esos mismos errores.

Yo, sin embargo, tengo una pila de fracasos en mi mochila que me pesan y no me dejan avanzar. Y son fracasos porque no aprendo de ellos. No los observo con calma, los desproveo de la carga emocional que muchos de ellos llevan, y los aprovecho para aprender y corregir mis acciones. Soy tan tonto que sigo pensando que las circunstancias que me llevaron a esos fracasos me son ajenos y no tienen nada que ver con otros fracasos.

Vivir desde hace tiempo en este permanente estado de preocupación por llegar a fin de mes y mantener todos los proyectos que arranco, creyendo que puedo mirar de muy cerca al zulú y aun así tomar decisiones adecuadas, está siendo mi gran fracaso. Sí, estoy fracasando, en gerundio.

Pero lo peor no es que mi estado de fracaso no me permita distinguir entre errores y aprender de ellos, sino que están afectando también a los demás que me rodean. Reconocer el fracaso es el primer paso para curarse de esa enfermedad. El segundo es tomar decisiones. Desde luego, transformar frustración en acciones es un ejercicio duro. No será inmediato, tampoco será fácil, no está siendo fácil… pero es el único camino para no fracasar. Y desde luego el camino es mucho menos duro si lo hacemos junto a otros, apoyándonos entre todos.

Eso sí, la gran decisión que tendré que tomar es prescindir de aquello que simplemente me interesa y apostar por aquello que es mi verdadera pasión, porque todo lo demás se termina convirtiendo en un impedimento o una excusa.

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