Sigo vivo (y con empleo)

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Mi último blog fue hace ya más de un mes. En él me ponía el objetivo de encontrar un empleo en una semana. Bueno, la verdad es que ahora no solamente tengo un empleo sino dos. No es que mi intención sea acaparar y hacerle al Ministro Corbacho más difícil su tarea de lo que ya es, sino que, simplemente, las cosas han surgido así.

Antes de Navidad participé en un proceso de selección para un contrato de 6 meses en el Ayuntamiento de Alcobendas y fui aceptado para el puesto. Pero el tiempo había estado pasando, pasando y pasando… diría que al ritmo de la Administración Pública pero sería una generalización algo injusta para con algunos. Bueno, el caso es que justo cuando se cumplía la semana de plazo de mi anterior blog, me llamaron del Ayuntamiento para incorporarme inmediatamente.

Mi madre siempre ha sido muy emprendedora. Quizás le venía de familia. Bueno, no emprendedora como Richard Branson, pero sí de ese tipo de emprendedor que apuesta toda su vida y la de su familia en un pequeño negocio y diariamente se esfuerza más allá de lo razonable para sacarlo adelante y así poder darle un mejor porvenir a sus hijos. Así que he vivido desde muy cerca lo sacrificado que resulta tener un negocio propio y no depender de un salario que llega puntualmente a tu cuenta todos los meses. Supongo que por eso siempre me he movido en esa ambigüedad del que le gusta trabajar y comprometerse con proyectos de startups donde hay mucha incertidumbre, pero sin atreverme nunca a dar el salto a la arena y ponerme delante del toro.

Justo el día antes de que el Ayuntamiento me llamara estaba acordando con mis amigos de Paradigma Tecnológico el hacer un agile coaching (una consultoría, vamos) a unos de sus clientes preferidos. ¡Maldita sea! ¿Cómo era eso que decían? «¡Dios da pan a quien no tiene dientes!» Resulta que de no tener opción alguna para trabajar ahora me encontraba con tener que decidir. ¿Qué hago? Digo que no al Ayuntamiento. Hombre, es un contrato de 6 meses que no está mal pagado y que me deja las tardes libres para todo esto del agilismo. Me permitiría recuperarme financieramente después de haber exprimido (excesivamente) el año y pico sabático que me he tomado. Pero claro, decir que no a esa consultoría es darle poco menos que un bofetón a Paradigma y a Carmen Vidal, que ha sido quien ha hablado bien de mi allí dentro. Y eso sin contar con que es una oportunidad para enfrentarme a un reto bien bonito: un agile coaching. ¡Por fin! Aunque claro, es sólo un contrato por 2 meses, como freelance, frente a los 6 meses del Ayuntamiento. ¡A ver cómo se lo explico yo a mi mujer si dejo lo del Ayuntamiento!

Bueno, total, que al final hay que decidirse. No se puede tener todo así que le explico con claridad a Nacho (de Paradigma) la situación y le propongo buscar un sustituto. Desgraciadamente no terminó encajando nadie. Parece que todos estáis trabajando. Enhorabuena. 🙂 Así que buscamos una fórmula original: estoy por las mañanas en el Ayuntamiento y un par de tardes a la semana me acerco al cliente de Paradigma y echamos un par de horitas. Consecuencia: todos los días de 8 y pico a 3 y pico en el Ayuntamiento, lo que me ha cambiado completamente los hábitos, especialmente la dieta. Pero claro, encima hay dos días que voy con el bocata o una pieza de fruta en el metro, camino de la consultoría. Y llego a mi casa tan cansado que últimamente no puedo ni ver a Berto y Buenafuente. ¡Con lo que yo he sido!

Pero estoy aprendiendo mucho. En ambos sitios. En el Ayuntamiento estoy aprendiendo que no todo se mueve por tiempos ni por eficiencia en el uso de los recursos. En la Administración Pública hay algo mucho más importante que eso: los procedimientos y las leyes. La Ley de Procedimiento Administrativo. Nuestra gran amiga. (Léase con tono sarcástico, claro). Así que todo se mueve como por impulsos. De repente se desatasca algún tema, no se sabe bien por qué: quizás alguien volvió de sus vacaciones y como era la única que podía tomar la decisión, el tema estaba detenido. Otras veces es porque el procedimiento se ha ido enrevesando con el paso del tiempo. Han ido apareciendo leyes nuevas, necesidades nuevas, criterios nuevos… y en vez de ir revisando los viejos, se van acumulando…

En la consultoría, aunque pueda parecer un entorno bien diferente, no lo es tanto. Se trata de una gran compañía, con procedimientos que, aunque se han revisado muchas veces, siguen adoleciendo de una rigidez mesozoica. Mi trabajo consiste en ayudar a unos cuantos irreductibles a cambiar un poquito del proceso de desarrollo para hacer la relación con sus proveedores (los que muchas veces ejecutan sus proyectos de desarrollo) más transparente y menos dependiente de los mismos. Y de paso a luchar contra el mal sabor de boca que dejó un intento previo de «scrumizarlo» todo. Para eso estamos trabajando ahora con un cierto enfoque «under the radar». Camuflados entre la maleza, hemos enredado a un par de equipos para que nos vayan ayudando a prototipar el pequeño trozo que podemos tocar nosotros del gran proceso de desarrollo de toda la compañía.

Bueno, no seguiré ahora porque ya este blog me ha quedado muy, muy largo (tenía mucho que contar después de más de un mes) y porque no dejaré nada para después. 🙂

Por cierto, quiero aprovechar esta oportunidad que me brindo a mi mismo para saludar a todos los que van a ir a Segovia al CodeRetreat que organizamos unos cuantos bajo la bandera de agilismo.es y patrocinados por Castesoft y el Colegio de Informáticos de Castilla y León. Y también a los que me encontraré en Madrid para charlar con Brian Marick. Este tipo de tinglados, la verdad es que son gasolina para mi. Es cuando más vivo me siento. Quizás debería atreverme a tirarme a la arena de una vez por todas.

NOTA: La foto es de Ian Burt encontrada en Flickr.