Sinergia fortuita

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Estaba viendo una presentación del venerable (al menos para mi) Kent Beck en la QCon 2008 sobre las tendencias en el desarrollo ágil y me he quedado con un par de detalles que me gustaría compartir con vosotros.

El Sr. Beck habla de que se está produciendo una suerte de sinergia fortuita entre las tendencias actuales de hacer negocios y el desarrollo de software ágil. Esta sinergia se basa en que los negocios tienden hacia el compromiso, la responsabilidad, la transparencia y las relaciones (mantener clientes es más barato que conseguir nuevos), mientras que el desarrollo ágil puede ofrecer:

  • estimaciones y compromisos,
  • escuchar y responder a los clientes, y
  • producir software confiable.

Beck abunda en esto explicando los beneficios de emplear desarrollos ágiles:

  • se cuidan las relaciones, entre los miembros del equipo, con los clientes, con el “management”…
  • se cuida la confianza en el producto final, por ejemplo, liberando cuanto antes versiones 100% funcionales
  • se disminuye el coste de introducir cambios, lo cuál encaja muy bien en el mundo actual de los negocios, tan sujetos a una realidad que cambia a gran velocidad
  • se aumenta el ROI (retorno de la inversión), eliminando largas fases iniciales de concepción del producto y obteniendo muy rápidamente un producto que se puede usar para entrar en el mercado (aunque no tenga todas las funcionalidades deseadas) y comenzar a obtener ingresos

En la lista de correo de Agile Spain estamos justamente estos días comentando sobre el contrato ágil y otras herramientas comerciales de las empresas de software. Estoy firmemente convencido que este periodo de crisis económica puede (y debe) servir para que las ahora pequeñas empresas de desarrollo de software que hacen agilismo en España tengan una oportunidad; una oportunidad estupenda para, con las herramientas necesarias, convencer a las pequeñas y medianas empresas de este país de que hay otras maneras de mejorar sus negocios y que no tienen que pasar necesariamente por dejarse la piel y los presupuestos en proyectos de los que sólo se sabe cuándo se empiezan (a pesar de todas las condiciones y salvaguardas que se quieran poner en los contratos).